Llueve, como estúpida cortina del día más soleado del invierno. Tengo arritmia para boicotear la paz de un corbis perfecto. Quiero gritar lo que hubiese amado cantar. Y ahora que lo pienso, cantar es como amar.
Cuando tenía doce años, el primer día que fui a la escuela secundaria la conocí a ella: Elda Forcatto, una mujer mayor a la que todos le decían 'la vieja de lengua'. Entró al salón, dijo buenos días y directo a la materia sentenció "si quieren aprobar memoricen las conjugaciones de los verbos regulares" y escribió en el pizarrón: "amar, temer y partir".
Yo no escuché nada más. No pensé en la profesora ni en aprobar lengua... Me quedé toda la hora perpleja mirando esas palabras porque me pareció tan injusto, literal y premonitorio, pobres verbos regulares, que su leitmotiv fuera preanunciar esta lluvia que solo pasa en mi ventana.
Raquel Nieto
25/8/2025