miércoles, 25 de noviembre de 2020

Spica

Mi abuelo Paco los domingos hacía asado. Nosotros íbamos. Vivíamos en San Lorenzo a 2 cuadras.
Después del asado mi mamá lavaba los platos.
La abuela se daba siestitas cortas de 15 minutos. Mi papá dormía en el living.

La casa de calle Suiza 907 era un chalet a 2 aguas, colonial... con patio enorme. Para mí llegar hasta una higuera que había en el fondo era como cruzar un bosque. 
Porque los abuelos habían puesto toldo de aluminio de esos que se da vueltas un palo y levantan alerones para que entre el sol. Y donde terminaba el piso mosaico plantaron 2 pinos, espacio y otros 2 pinos.
A la vista, esa "pared" de pinos daba la sensación de que ahí el patio terminaba. Y de hecho mi abuela no iba más allá.
Así que atrás quedaban 20 metros de patio donde andaba el perro, mi abuelo cuando buscaba leña y nosotras: mi hermana y yo. 
Habíamos construido una 'casita" arriba de un árbol. Soñaba que era una casita, pero no sabía manejar herramientas y mi hermana era más chica que yo, así que en realidad teníamos un montón de maderas puestas y lo demás era imaginario.

El abuelo se ponía a limpiar la parrilla, con papeles de diario, la dejaba lista para el próximo domingo. Y después se iba adelante, al garage, que también me gustaba porque tenía fosa y era misterioso... Tenía un banco de herramientas con una piedra de lijar a manivela, y una morsa que me encantaba. 
El tema es que él levantaba el capot del Dodge 1500, rural, color beige alteza (que siempre brilló desde que lo fuimos a comprar un día de lluvia). El abuelo lo lustraba, hasta el motor relucía. Era entrar al garage y el abuelo ya estaba en lo suyo. Limpiaba cosas, tuercas, mangueras con un trapito con nafta y prendía una radio chiquita forrada en cuero marrón o anaranjado, y escuchaba los partidos. Y a veces se emocionaba, y sí, a veces Central ganaba...
El sol caía de costado, hasta que entraba el último rayo y era la hora de irnos. Caminar 2 cuadras hasta mi casa y me parecía mucho.
Los domingos me encantaban hasta que empezaba la radio, el olor a tornillos, nafta y el sol de costado. 
Esa parte del domingo me ponía triste.

Hoy, si escucho el relato de fútbol DE RADIO me transporta a esos días... Es que el relato de fútbol por radio es distinto, trae comentarios que no existen si LO VES... si ves el partido apenas dicen el nombre del jugador. Cuando es por radio todo se describe: la recibe de cabeza, la baja con el pecho, se prepara, patea con la zurda, se viene el defensor, jajaja... Escuchar eso o ver el sol entrando de costado me da melancolía. 

Cualquier día el sol hace lo mismo, pero se extraña en domingo.

Raquel Nieto
23/05/2020