lunes, 11 de marzo de 2019

Mi bella de marzo

Creo que llevamos adentro
y encima y alrededor
todo lo que fue la infancia:
Gutiérrez, tu debilidad por
la tierra mojada,
los abuelitos, la loba,
la tienda, la plaza...
Tu mesa es de madera y larga.
Con el humito del café tu mirada
se va lejos, a los sueños,
tal vez a los recuerdos,
sin pestañear y sin mirar nada...
El olor a pan amasado,
pan de abuelita, pan de nietos,
ese es el olor a casa,
y a veces creo que te veo:
una torre de panecillos y tu manito,
de "niña Toti", apoyada...
Sos tan inmensa, mami,
tenés la ingenuidad del pueblo
que bailaba con una banda
y la intuición infalible
y la coraza protectora
y la inocencia... de quien ama.
Sos amor, mami,
tu ejemplo me enseñó a luchar,
a creer y compartir,
a dudar y ser feliz,
a valorar cada regalo
empezando por el agua.
Sos hermosa, mami,
porque no hay día que estés enojada,
porque comés todo tipo de semillas
y de algas,
porque tu piel dibujó la verdad...
y la esperanza.
Te amo, mami...
y si algo intento en la vida
es dar a mis hijos el mismo legado,
emocionarme al pensar que mis padres
todo lo hacen
para que un sábado cualquiera,
en José Ingenieros,
con delantal negro y rojo a lunares
los chefs nos regalen la fiesta
de tener familia,
asado
y empanadas...
A mi sublime mamá.
Muy por encima de la daga por la que sangra mi corazón.
Te amo.
Raquel Nieto