lunes, 31 de mayo de 2010

Día 2: Latidos

No sé si pasó una noche y es otro día,
o pasaron varios días,
o todavía es de noche.
Sé que es la primera vez que abro los ojos
desde mi anterior poesía
(o mi anterior vida
porque me sentí morir).

Y ahora
(justo ahora!)
el chico de la guitarra se pone a tocar
y distorsiona las notas
las amplifica
se mete en mi cerebro
y no me deja pensar.

Vos dirías minimalismo.
(para todo tenías una palabra)

Cuando estabas aturdido repetías
'hay que volver a lo simple'
y apoyabas la mano en mi piel
para sentir latidos.

Tal vez tenías razón.
(siempre tenías razón)

Si tan solo encontrara mis latidos
(o tu mano),
no me importaría la ciudad
ni la vibración de las paredes
ni el chico de la guitarra
ni el ruido.

Sentiría la calle inhóspita,
silenciada
(noche otra vez
o noche todavía)
y la percusión de un bombo legüero
sería mi prueba de vida.


viernes, 28 de mayo de 2010

Día 1: Palabras

Estoy escribiendo.
(señal de que estoy muy bien
o muy mal)

Estoy.
(sin adverbios de modo)

Ahora
(recién ahora)
descubro que cada capítulo
estrenando el día justo después
de que sonara el despertador
(o antes
porque a veces controlabas mi sueño),
era el capítulo que habías escrito
la noche anterior.

Por eso me pedías que fuese paciente,
que no me adelantara,
que leyera despacio el guión.

Y no te hice caso.
(nunca te hago caso)

Tu libro cabía en mis manos,
la curiosidad amenazaba debajo de mis uñas,
los ojos se me hicieron audacia
y robándote de las manos mi propia vida
(a mitad de la trama)
leí el final.

Estoy escribiendo.
(señal de que estoy)

Escribo palabras solubles en suero
para seguir viva,
palabras finitas que goteen
y pasen por la vía
y adulteren el silencio en mis venas
y las excusas
y los tajazos del orgullo
y el adiós.

Palabras intravenosas
para seguir estando
(sin adverbios)
y morir con dignidad
después del último renglón.


viernes, 14 de mayo de 2010

Barrilete


"A los hombres fuertes les pasa lo que a los barriletes;
se elevan cuando es mayor el viento que se opone a su ascenso".
José Ingenieros



Los pájaros de papel
(como yo)
volamos
volamos alto
porque manos fuertes
(y pies sobre la tierra)
nos dan hilo y tiran

nos ponen contraviento

conocen el punto exacto
de nuestra estabilidad y sustento

y nos remontan

más
y más.