lunes, 31 de mayo de 2010

Día 2: Latidos

No sé si pasó una noche y es otro día,
o pasaron varios días,
o todavía es de noche.
Sé que es la primera vez que abro los ojos
desde mi anterior poesía
(o mi anterior vida
porque me sentí morir).

Y ahora
(justo ahora!)
el chico de la guitarra se pone a tocar
y distorsiona las notas
las amplifica
se mete en mi cerebro
y no me deja pensar.

Vos dirías minimalismo.
(para todo tenías una palabra)

Cuando estabas aturdido repetías
'hay que volver a lo simple'
y apoyabas la mano en mi piel
para sentir latidos.

Tal vez tenías razón.
(siempre tenías razón)

Si tan solo encontrara mis latidos
(o tu mano),
no me importaría la ciudad
ni la vibración de las paredes
ni el chico de la guitarra
ni el ruido.

Sentiría la calle inhóspita,
silenciada
(noche otra vez
o noche todavía)
y la percusión de un bombo legüero
sería mi prueba de vida.