sábado, 30 de mayo de 2009

Roxanísima

Tus brazos están cansados
de ser la guarida
de los que como yo
gritamos asilo
y hacemos fila
y vamos ante tu presencia
despeinados
llorosos
libres de lana
y pelusas molestas
para pretender tu abrazo
de algodón lila
y melancolía
y lágrimas para los lentes
y lágrimas para la cebolla
que invariablemente llora
cuando la cortás
porque sos así
(un peligro
con cualquier objeto cortante
que se afile en tus dedos)
y sé que una vez cortada
la víctima no será la misma
y si le toca piedad
será salsa
o sangre
o nostalgia
y si le toca rigor
olvido definitivo.
Pero por suerte los cuentos
cierran cada celosía
y frenan el aliento de la noche
que entumece tu espalda
entrando por la rendija
implacable y selectiva
de un caramelo de menta
escalado sobre un lienzo.
Y esa es tu primer caricia
o arma
o escáner de otros yo
(que como yo te aman)
en el universo de los nudos
recontraenredados
donde tus ojos siempre
conducen a tus pies
y son la punta del ovillo.


A Roxana Torres Neira.
Porque te amo.