Mi voz traicionera
es un trapo blanco
atado en alguna rama
durante la guerra.
Y es chocolate en los labios
(chocolate del bueno).
Pero mi trinchera es el silencio,
la no-palabra/ no-verbo,
en el campo de fuerza
del no-sabor/ no-vida.
El monumento a las mentiras
caídas en combate
y el fracaso del sueño
frente a la mediocridad.
Admitámoslo,
mi voz cortó el nudo gordiano
y eso que nunca...
nunca será rugido.
Raquel Nieto